Después de escuchar lo que Alondra dijo, Manuel se puso de pie, agarro su sombrero y se fue de la casa. Hilda se aproximó hacia Alondra y la abrazo preguntándole, “¿Que dice Saul acerca de tu embarazo?”
Con la voz temblando por el nerviosismo que sentía, Alondra respondió pausadamente, “Esta feliz, quiere que nos casemos, quiere rentar una casa, quiere que nos vallamos a vivir cerca de sus padres. Yo no estoy de acuerdo con la casa que quiere rentar, porque está muy cerca de la casa del Sombrerón y ese lugar no me gusta.”

Con una sonrisa en los labios despertaba Alondra, enamorada por primera vez, sintiendo que su pecho ardía de felicidad. La noche anterior había sido muy emotiva. Su voz había cautivado al público de Jutiapa que le aplaudió cada una de sus interpretaciones.
La luz del nuevo día comenzó a brillar sobre Jutiapa, disipando sombras de confusión y dolor con la calidez del sol, que energéticamente comenzó su ascenso sobre el cielo jutiapaneco. Los pájaros comenzaron a cantar en sus nidos. Las flores a esparcir su olor. El viento frio de la mañana a mover las ramas de los árboles y el gallo de la vecina a llenar el ambiente con su canto. Parecía que la luz del sol envolvía todo la que tocaba; como invitando a cada persona que se estaba preparando para salir a trabajar a sentir la perfección del nuevo día en su corazón.
Alondra tenía una expresión de resentimiento reflejada en su rostro. Resentimiento que penetro su piel viajando rápidamente por sus venas hasta llegar a su corazón. Transformándola de forma dramática, hasta dejar de verse como niña para convertirse en una arpía capaz de lastimar y con vehementes deseos de hacer daño.
Después de saltar a través de la ventana y caer sobre la cama antigua, la figura de yeso quebrada en pedazos que estaba allí se cayó al suelo y se terminó de quebrar totalmente. Rápidamente recogí los pedazos y se los lancé a los hermanos de Pepe que se habían convertidos en gallinas cuando ellos saltaron hacia adentro de la pequeña capilla. Las gallinas cacareaban adoloridas al sentir los golpes de las piedras. Entonces yo corrí hacia la salida y sujeté fuertemente una cortina de las que colgaban a un lado de las escaleras arrancándola de la pared. 
El ambiente era húmedo y frio. Yo sentía dolor en todo mi cuerpo como si hubiera realizado una rutina completa de ejercicios de estiramiento corporal. Yo quería abrir mis ojos, pero estaba tan cansado que no pude hacerlo. Sin embargo, lentamente me iba despertando, pero aún me sentía con mucho sueño. Mi corazón estaba agitado y una sensación extraña me advertía del peligro que había a mi alrededor. En ese momento me parecía que había tenido una pesadilla horrible, mi cuerpo estaba sumamente pesado y no podía moverme con libertad. 

Yo corrí sin parar hasta llegar al cuarto donde estábamos hospedados, mi hermana comenzó a reírse de mi porque aún llevaba espuma en mi cabeza y sin dejarme decir ninguna palabra me sujeto del brazo y me llevo de regreso hacia la pila donde utilizando una palangana comenzó a echarme agua por montones diciéndome, “Esto es para que se te quite el miedo al agua y aprendas a bañarte”.