No tenía ninguna idea de cómo podría escaparme de la habitación, porque todos estábamos en el mismo cuarto. Yo sabía que ya era de noche porque, aunque el cuarto no tenía ventanas; ya estaba oscuro cuando nosotros nos fuimos a dormir. Esa noche yo tenía mucha hambre debido a que no quise comer lo suficiente, porque tenía miedo de comer la comida que preparaba doña Lola. Poco a poco comencé a ponerme nervioso. Yo no quería que Pepe pasara a despedirse de doña Lola y yo no estar afuera del cuarto para poder seguirlo. Como no tenía un reloj y no quería preguntar la hora para no despertar sospechas, se me ocurrió decirle a mi hermana, “¿Podemos apagar la vela que dejaste encendida por si llegara a ocurrir un apagón? La luz de la vela no me deja dormir.”
“¿Qué?, con lo miedoso que eres; ¿Te queres quedar a oscuras?, pregunto mi hermana.
“Lo que pasa es que la luz de la vela se mueve y me hace sentir mareado y quiero vomitar”, le respondí.”
Entonces mi hermana se incorporó un poco, para sentarse sobre la cama y con expresión de enojo me dijo, “Si te quedas a oscuras te vas a poner a llorar, yo sé que le tienes miedo a la oscuridad, pero si te vas a poner a vomitar, salí del cuarto y te quedas un rato allá afuera, pero no vayas a hacer ruido cuando regreses a acostarte otra vez porque ya todos vamos a estar dormidos”.
Eso era justo lo que yo quería escuchar. Mi hermana sabía que yo le tenía miedo a la oscuridad y por eso nada pasaría si salía del cuarto un ratito, porque según ella yo regresaría corriendo lleno de miedo al verme completamente solo, fuera del cuarto en medio de la oscuridad de la noche. Luego de que mi hermana me diera permiso de salir del cuarto, ella se volvió a acostar y yo rápidamente me puse mis zapatos, camine hacia la puerta, la abrí un poco y regrese hacia donde estaba la vela encendida. Luego sople para apagarla. Entonces salí rápidamente del cuarto sin hacer ruido y me fui corriendo al patio trasero.
Con la linterna en mi mano izquierda me sentía poderoso y sin miedo a la oscuridad. Así que me escondí entre los árboles y esperé pacientemente a que Pepe llegara en busca de doña Lola. Mientras estaba oculto en la oscuridad observe que la puerta de la cocina se abría y Pepe salía cargando un saco de costal (Bolsa grande de tela).
El costal se veía pesado y por lo que observe había algo que estaba vivo, porque se movía dentro del costal. En esta ocasión Pepe no camino hacia la oscuridad, sino que camino hacia la puerta del patio donde se despidió de doña Lola, “Mañana regreso con las gallinas gordas como a vos te gustan, ya me voy porque los encargos de hoy están pesados”.
Seguidamente Pepe salió y doña Lola cerró la puerta, coloco un condado grande por dentro y luego se fue hacia su cuarto. Yo me quede contrariado porque ¿Como haría para salir de la casa? además, si pasaba mucho tiempo ya no podría seguir a Pepe. Entonces recordé el agujero en la pared al fondo del patio así que camine hacia esa pared y me escape a través del agujero. Luego corrí hasta la esquina de la casa. Al llegar a un poste de energía eléctrica me detuve para observar la calle por donde Pepe había salido por el portón del patio trasero, pero ya no había nadie allí; la calle estaba solitaria. Pero un asqueroso olor a animal muerto que comenzó a irritar mi nariz por lo fuerte que se percibía, me sirvió de guía para seguir el rastro de Pepe.
Yo comencé a caminar siguiendo el olor a animal muerto, cuando repentinamente ocurrió un apagón de luz. Sorpresivamente la calle se quedó totalmente a oscuras y fue cuando me percate del silencio total que reinaba en el ambiente. De pronto escuche claramente el ruido del agua del rio. El silbido de las lechuzas que habitaban las copas de los árboles y un grito espeluznante que viajaba con el viento.
Por un momento me temblaron las piernas y recordé lo que había dicho doña Lola acerca de que la llorona vivía cerca del rio. También recordé que se decía que cuando se escuchaba el grito de la llorona lejos significaba que ella estaba cerca. En ese instante tuve dudas de seguir a Pepe y retrocedí en dirección hacia donde estaba el agujero de la pared para regresar al interior de la casa; pero cuando llegué mi respiración se volvió agitada y mis movimientos torpes.
Estaba atónito ya no había ningún agujero en la pared todo estaba perfectamente sellado como si nunca hubiera existido un agujero. Yo seguía con la linterna en mi mano izquierda alumbrando en todas direcciones, sentía como mi pulso se aceleraba y que me faltaba el aire, me pareció que todo giraba a mi alrededor. Estaba teniendo un ataque de pánico o de ansiedad debido a que las lechuzas seguían silbando. El grito de la llorona se escuchaba cada vez más lejano lo que significaba que cada vez estaba más cerca de mí.
El ruido del agua que golpeaba las piedras del rio también lastimaba mis oídos y de repente regreso la luz. Yo estaba de frente a la pared con mi mano derecha sobre ella, como tratando de encontrar algún mecanismo que abriera de nuevo el agujero en la pared. Pero no encontré nada entonces ese apestoso olor a animal muerto invadió todo mi alrededor y mi piel se puso eriza cuando observé una sombra reflejada en la pared. Lentamente me voltee y allí estaba Pepe parado frente a mí con su horrible personalidad. Tenía los brazos en alto sujetando un saco de costal blanco que dejo caer rápidamente sobre mí, provocándome una sensación de asfixia; mientras perdía lentamente la conciencia hasta desmayarme…
CONTINUARA…
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