Después de saltar a través de la ventana y caer sobre la cama antigua, la figura de yeso quebrada en pedazos que estaba allí se cayó al suelo y se terminó de quebrar totalmente. Rápidamente recogí los pedazos y se los lancé a los hermanos de Pepe que se habían convertidos en gallinas cuando ellos saltaron hacia adentro de la pequeña capilla. Las gallinas cacareaban adoloridas al sentir los golpes de las piedras. Entonces yo corrí hacia la salida y sujeté fuertemente una cortina de las que colgaban a un lado de las escaleras arrancándola de la pared.
LAS GALLINAS DE PEPE (Parte VII)
Yo sabía que ese grito provenía de alguna de las cuatro puertas que tenía frente a mí, así que instintivamente me acerque hacia la baranda de hierro y mire hacia abajo, tratando de encontrar otra manera de salir de donde estaba. Lo que mis ojos encontraron fue que en el siguiente nivel hacia abajo estaba el comedor, perfectamente iluminado por un candelabro antiguo de velas. Allí había una mesa muy larga con canastas de pan recién horneado y varias tazas llenas con chocolate caliente.
LAS GALLINAS DE PEPE (Parte VI)
El ambiente era húmedo y frio. Yo sentía dolor en todo mi cuerpo como si hubiera realizado una rutina completa de ejercicios de estiramiento corporal. Yo quería abrir mis ojos, pero estaba tan cansado que no pude hacerlo. Sin embargo, lentamente me iba despertando, pero aún me sentía con mucho sueño. Mi corazón estaba agitado y una sensación extraña me advertía del peligro que había a mi alrededor. En ese momento me parecía que había tenido una pesadilla horrible, mi cuerpo estaba sumamente pesado y no podía moverme con libertad.
LAS GALLINAS DE PEPE (Parte V)
No tenía ninguna idea de cómo podría escaparme de la habitación, porque todos estábamos en el mismo cuarto. Yo sabía que ya era de noche porque, aunque el cuarto no tenía ventanas; ya estaba oscuro cuando nosotros nos fuimos a dormir. Esa noche yo tenía mucha hambre debido a que no quise comer lo suficiente, porque tenía miedo de comer la comida que preparaba doña Lola. Poco a poco comencé a ponerme nervioso. Yo no quería que Pepe pasara a despedirse de doña Lola y yo no estar afuera del cuarto para poder seguirlo. Como no tenía un reloj y no quería preguntar la hora para no despertar sospechas, se me ocurrió decirle a mi hermana, “¿Podemos apagar la vela que dejaste encendida por si llegara a ocurrir un apagón? La luz de la vela no me deja dormir.”
LAS GALLINAS DE PEPE (Parte IV)
Sobre una de las paredes se reflejaban dos figuras, una era la sombra de doña Lola y la otra era la sombra de una gallina gorda con un pescuezo largo y sin plumas. Parecía que estaban una de frente a la otra como si estuvieran conversando. Las llamas de fuego que salían debajo del comal iluminaban el interior de la cocina produciendo que las sombras sobre la pared se movieran de forma ondulante debido al movimiento de las llamas.
LAS GALLINAS DE PEPE (Parte III)
Yo corrí sin parar hasta llegar al cuarto donde estábamos hospedados, mi hermana comenzó a reírse de mi porque aún llevaba espuma en mi cabeza y sin dejarme decir ninguna palabra me sujeto del brazo y me llevo de regreso hacia la pila donde utilizando una palangana comenzó a echarme agua por montones diciéndome, “Esto es para que se te quite el miedo al agua y aprendas a bañarte”.
LAS GALLINAS DE PEPE (Parte II)
Yo continuaba soñando despierto con las aventuras que podría experimentar al explorar los alrededores del rio, cuando sorpresivamente el bus freno de forma abrupta impulsándome hacia adelante mientras mi cabeza golpeaba el sillón de enfrente. Mi hermana se rio por lo ocurrido y luego dijo, “Que bueno que te hayas despertado con un golpe, eso te pasa por andar vomitando cada vez que salimos de viaje”. Luego comenzó a caminar buscando la salida del bus, cargando en sus brazos a mi sobrina mientras yo caminaba detrás de ella, porque ya habíamos llegado a donde nos teníamos que bajar.