LAS GALLINAS DE PEPE (Parte IV)

Sobre una de las paredes se reflejaban dos figuras, una era la sombra de doña Lola y la otra era la sombra de una gallina gorda con un pescuezo largo y sin plumas.  Parecía que estaban una de frente a la otra como si estuvieran conversando.  Las llamas de fuego que salían debajo del comal iluminaban el interior de la cocina produciendo que las sombras sobre la pared se movieran de forma ondulante debido al movimiento de las llamas.

Yo quería ver más, pero mi estatura no me permitía mirar completamente el interior de la cocina, por lo que solo podía ver las sombras reflejadas sobre la pared, sin embargo, pude escuchar claramente la voz de doña Lola y de Pepe.

“No te podés llevar los encargos porque hoy hay luna llena y la gente de este pueblo te puede mirar, vas a tener que esperar hasta el próximo viaje.  Además, los encargos de esta semana están muy mal, uno es muy pequeño y el otro muy huesudo”, dijo doña Lola.  Mientras Pepe le respondía, con ese tono de voz profundo que podía erizar la piel de todo el que lo escuchara, “A mis hermanos y a mí nos gustan los huesudos.  Nos divertimos engordándolos mientras los encerramos en el gallinero”.

“No”, replico doña Lola, “Vamos a esperar hasta el próximo viaje para que te lleves los encargos.  Y las gallinas que me vas a traer las quiero bien gordas para que se indigesten los huéspedes cuando se las coman”.

Ambos comenzaron a reír de forma dificultosa, porque parecía que tenían algo metido en la garganta que les dificultaba la respiración, provocando que se les cortara la risa como de forma gangosa y sofocante para ellos.  Daba la impresión de que el sonido producido era una mezcla de risa humana con el cacareo pausado de una gallina.  Entonces doña lola dijo, “Te acompaño al patio para que te vayas porque ya es tarde y tienes mucho que caminar”

Las sombras de la pared comenzaron a desaparecer y escuche el rechinido de la puerta al ser abierta.  Así que salte del tronco donde estaba parado y corrí hacia un lado de la cocina y me oculte entre la oscuridad.  Desde allí pude observar cómo Pepe caminaba lentamente hacia el fondo del patio y luego desapareció en medio de mucho ruido, parecido al aleteo agitado de una gallina.  Mientras doña Lola se dirigía hacia el comedor.

Yo me quede un rato más escondido entre la oscuridad pensando que no me había gustado la forma tan misteriosa como había hablado doña Lola.  Tampoco la respuesta de Pepe.  Sin embargo, las figuras reflejadas sobre la pared habían despertado mi curiosidad llenándome de preguntas, “¿Porque no mire la sombra de pepe, si él estaba hablando con doña Lola?  ¿Porque estaba la sombra de una gallina reflejada sobre la pared? ¿Por qué doña Lola hablaba de los encargos como si se tratara de mi sobrinita y de mí?”  Eran muchas las preguntas que yo tenía.  Así que armándome de valor camine hacia donde Pepe había desaparecido y observando detenidamente los alrededores del patio descubrí un agujero en una de las paredes del patio trasero por donde fácilmente podría yo escabullirme, pero no alguien del tamaño de Pepe.

Yo seguía pensando en lo que había visto y escuchado, cuando mi hermana comenzó a gritar mi nombre porque me estaba buscando.  Así que corrí hasta donde ella estaba y luego todos nos fuimos a nuestro cuarto.  Esa noche no pude dormir, tenía la impresión de que había muchos ruidos extraños provenientes de todos los alrededores de la casa.  También estuve pensando que ese día había sido miércoles y si Pepe salía a buscar las gallinas cada dos días, eso significaba que al día siguiente Pepe estaría de regreso, por lo cual el siguiente viaje de Pepe sería el viernes justo un día antes de que nosotros nos fuéramos de regreso a casa.

El día siguiente fue un día normal, nos levantamos temprano para acompañar a mi cuñado a su lugar de trabajo.  El daba asesoría agrónoma a propietarios de fincas que lo contrataban o capacitaciones a los estudiantes de agronomía en diferentes pueblos por eso nosotros viajamos mucho. A mi cuñado le gustaba que nosotros llegáramos a visitarlo cada vez que salía de casa y siempre nos llevaba a conocer a sus compañeros de trabajo, sus alumnos o sus jefes.  Para mi ese día fue especial porque no tuve que esconder el hambre que sentía y comí mucho en el desayuno y en el almuerzo pensando que al regresar a casa de doña Lola no comería nada. 

Ya era de tarde cuando regresamos a casa de doña Lola, prácticamente la hora de la cena.  Mi hermana no quiso que yo me fuera a dormir sin cenar, así que obligadamente tuve que ir con ellos al comedor.  Al entrar mis ojos se iluminaron de alegría porque sobre la mesa estaba la misma canasta plástica llena de pan y las tazas servidas llenas de chocolate.  Así que alegando que no tenía mucha hambre agarre dos panes y una taza de chocolate.  Luego de la cena todos nos retiramos a nuestro cuarto.  Esa noche estaba tan cansado que me quedo profundamente dormido.

Al día siguiente me desperté muy temprano y con frio, debido a la humedad que había dentro del cuarto.  Entonces salí hacia el patio, pero el ambiente afuera estaba caliente, por lo que decide regresar al cuarto.  Pero me detuvo el canto de un gallo y el cacareo de gallinas.  Entonces busqué con la mirada y pude observar varias gallinas corriendo por el patio alrededor de un gallo gordo de pescuezo largo y sin plumas.  Los ojos del gallo se movían desorbitados y las plumas de su cuerpo estaban alborotadas. De repente escuche la voz de doña Lola, “Voz patojo, te levantaste temprano.  Esas son las gallinas que Pepe trajo ayer.  Yo las tenía encerradas en el gallinero, pero las deje libres porque hoy se las llevan los que las compraron.  Pero mañana tendré más; ya que Pepe sale esta noche a buscar más gallinas. Y Pepe traerá las dos gallinas que se llevará tu hermana para cocinarlas en tu casa.” Seguidamente doña Lola comenzó a reírse a carcajadas. 

A partir de ese momento comencé a diseñar un plan para escaparme y poder seguir a pepe.  Entonces comencé a darme valor pensando que un guerrero no tendría miedo de salir de noche caminando en la oscuridad. En el desayuno solamente comí pan con chocolate, después fui al cuarto y me quedé allí adentro hasta el mediodía.  Para mi fortuna mi hermana dijo que iríamos a comer afuera y después iríamos a conocer el parque del pueblo.  Nos quedamos en el parque toda la tarde y regresamos a la casa de doña Lola casi a las seis de la tarde.  Cuando mi cuñado regreso de su trabajo fuimos al comedor.  Yo nuevamente agarre dos panes y una taza de chocolate, después de cenar corrí hacia el cuarto y coloque en la bolsa de mi pantalón una linterna, unos fósforos, la mitad de una vela y pensando en las gallinas agarre unos granos de maíz.  Esa noche todos nos acostamos temprano porque al día siguiente regresaríamos a casa.  Yo estaba nervioso y continuaba despierto esperando el momento oportuno para escaparme del cuarto antes de que Pepe llegara y así poder seguirlo.

 

CONTINUARA… 

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