Aproximadamente había pasado una hora desde que Ebenezer regreso a su casa y se acostó a dormir, para que su cuerpo recuperara la fuerza física que necesitaba para seguir disfrutando del día de Navidad. Cuando se despertó su Espíritu rebosaba de juventud y sus ojos tenían el brillo de la felicidad y la satisfacción que produce el ser honesto y generoso con las demás personas. Parándose frente al espejo, Ebenezer hablo expresando alegría en sus palabras, “Me siento como un jovenzuelo, con todo el deseo de vivir mi vida y disfrutar de todo lo que me rodea, pero con sabiduría. Debo cuidar mi salud, si quiero vivir muchos años más. Porque el espejo me recuerda, que, aunque mi Espíritu continua fuerte, vigoroso y joven, mi cuerpo se ha deteriorado con el paso del tiempo. Pero eso no será impedimento para que mi actitud sea siempre positiva y mi carácter alegre.”
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