Sentir que el aire me falta, como me falta el tono de tu voz desata el miedo en mi interior. La inquietud de haberte perdido tan repentinamente ha doblegado mis fuerzas, invadiendo mi pecho con dolor. ¡No puedo respirar! Porque mis lagrimas cierran mi garganta y ahogan mis sentidos enloquecidos por tu recuerdo.
Todas las cosas giran a mi alrededor. Y en un instante mi desconcertado cerebro me transporta al pasado donde veo tu rostro de niña frente a mí. El dolor que siento es como un relámpago de fuego que me quema por dentro y quisiera retroceder el tiempo para volver a tener el privilegio de tomarte entre mis brazos, acariciar tu pelo, mientras escucho los latidos de tu corazón dentro de mi cuerpo.
Sintiendo como mis piernas se tambalean, me desplomo al suelo. Sufriendo una terrible tristeza que me invade muy adentro de mi piel y sufro este dolor anhelando poder conservar mi fe. Y aun sintiéndome quebrantada quisiera poder despertar una chispa de vida que encendiera los movimientos de tu cuerpo, pero continuas irremediablemente con la mirada perdida en la oscuridad de tus ojos cerrados que no se abrirán para volver a verme.
Quisiera aislarme para dejar fluir mi llanto de forma incontenible, para no escuchar ningún ruido, para permanecer sola donde nadie pueda ver mi sufrimiento.
Quisiera aislarme para gritarle al viento que me siento vacía por dentro. Porque murió una parte de mi cuerpo y que en este momento solo tengo dos emociones resonando en mi corazón… Tristeza y Dolor.
Quisiera aislarme para no salir corriendo locamente a buscarte, justo en el momento en que dos maravillosas razones se cruzan en medio de mi tormento y una leve sonrisa surge en mi rostro en medio de mi soledad y el silencio de tu boca.
Ellos me preguntan ¿Dónde está mamá? Y aun no tengo respuesta…
Pero los tomo en mis brazos y recupero mi aliento. Y aunque quisiera vivir en aislamiento, reconozco que no puedo esconderme porque sería actuar con cobardía solo para evadir la realidad.
Entonces comienzo a sentir que la luz de mi Fe consuela mi pesar, ya que tengo la certeza de que te volveré a encontrar viviendo en un pedacito del cielo hacia donde has viajado a morar. Mientras yo cuidare con amor los retoños que la vida te dio y que junto a mí se quedaran.
Al ver tu rostro reflejado en sus caritas se normalizan mis sentidos para reconocer que a pesar del dolor lo que debo aislar es el sufrimiento. Y por mucho que me cueste sobrellevar esta situación, debo ser fuerte porque tengo muchas hermosas y poderosas razones para seguir viviendo. Y aunque físicamente exista una separación entre nosotras, aprenderé a superar tu ausencia sin sentirme perdida en este mundo, ya que tú eternamente formaras parte de mi ser y mi existencia.
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