El viento soplaba muy fuerte, derribando objetos y haciendo rodar muchos sombreros que al caer al suelo dejaban ver los pelos alborotados de sus dueños. Los hombres vestidos de vaqueros caminaban orgullosos de mostrar su mejor par de botas bien lustradas. Las mujeres bien maquilladas, perfumadas y portando sus mejores vestidos de colores llamativos se contorneaban al caminar. El ambiente estaba lleno de risas, coquetería, enamoramientos y mucha disposición para disfrutar de la feria. A nadie le importaba que las láminas de los techos resonaran con estruendo cada vez que eran sacudidas por el viento. De pronto la lluvia cayo de forma cruel sobre todo el pueblo de Jutiapa y las personas que estaban en el campo de la feria corrían en diferentes direcciones tratando de encontrar un lugar donde protegerse de la lluvia para no mojarse.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte IX)
Alondra se acostó a dormir esa madrugada con una sonrisa en sus labios y gozo en su corazón. La satisfacción que sentía por haber ganado el concurso de canto aceleraba sus pensamientos al recordar como el público le aplaudió con admiración y la ovaciono demostrándole respeto. Alondra continuó despierta observando la luna a través de la ventana de la cabina del camión hasta que el cansancio la venció obligándola a quedarse profundamente dormida.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte VIII)
En los días siguientes, Hilda compro un vestido de largos encajes y listones de colores para Alondra. Toda la familia participo en los preparativos del viaje. Para Alondra ese viaje familiar dejo de ser parte de su rutina de ferias por visitar. Ella sentía una emoción muy fuerte latiendo dentro de su cuerpo cada vez que recordaba que participaría en un concurso de canto.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte VII)
Por un instante la mirada de ambos se entrelazó fijamente. Manuel no dijo nada al verse descubierto por Alondra. La fuerte impresión que Alondra recibió al ver a su padre engañando a Hilda, provoco que su corazón se oprimiera lleno de decepción, envuelto en una desagradable acidez que carcomió todos sus sentimientos.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte IV)
Alondra tenía una expresión de resentimiento reflejada en su rostro. Resentimiento que penetro su piel viajando rápidamente por sus venas hasta llegar a su corazón. Transformándola de forma dramática, hasta dejar de verse como niña para convertirse en una arpía capaz de lastimar y con vehementes deseos de hacer daño.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte II)
Es muy común escuchar a las personas decir frases que no comprenden a cabalidad. Frases que son creadas con palabras fáciles de memorizar. Y que, por la sencillez con que son escritas, no comprenden totalmente el complejo significado que poseen o el daño psicológico que ocasionan al ser esparcidas inconscientemente cuando se repiten de forma irresponsable.
LA ALONDRA DE ORIENTE.
La noche gris presagiaba un acontecimiento brutal, que comenzó con escalofriantes gritos de dolor que provenían de la vieja casa construida de adobe al final de la calle. La casa del Sombrerón, como se le conocía había sido recién alquilada y estaba ubicada en uno de los barrios más populares de Jutiapa. Al final del patio de la casa había una imponente ceiba, cuyas ramas estaban siendo utilizadas como brazos de tortura.