
En el libro de los Hechos de los apóstoles, en el capítulo 17, hay una anécdota o relato que Pablo nos cuenta acerca de lo que predicó en Atenas y de una inscripción que le llamo fuertemente la atención “AL DIOS NO CONOCIDO”. Quizás hayamos tenido la oportunidad de leer este relato con anterioridad, pero tal vez no le hemos dado la atención que merece, o descubierto la importancia que tiene esa frase. Y probablemente sin darnos cuenta hemos omitido descubrir el misterio que contiene o aprovechado la grandísima invitación que se nos brinda para conocer al “DIOS NO CONOCIDO”.

Esta es una frase muy común, yo la he escuchado decir por muchísimas personas. Yo mismo la he repetido innumerable cantidad de veces en forma de burla, excusa, incredulidad, desafío o simplemente para hacer enojar a alguien. Especialmente cuando bromeo con mis amigos o incluso cuando en mi época de estudiante alguien me decía, “Te voy a romper la cara a golpes”; yo respondía “Hasta no ver, no creer”.
Una mescla agradable de olores a canela, manzana, hojas de plátano y condimentos que provenía de la cocina; interactuaba en forma armoniosa con el inconfundible olor a pino fresco, recién esparcido por todo el suelo de la casa, formando el mágico aroma de la NAVIDAD.
NADIE MUERE EN VISPERAS DE NAVIDAD!!!
Sentir que el aire me falta, como me falta el tono de tu voz desata el miedo en mi interior. La inquietud de haberte perdido tan repentinamente ha doblegado mis fuerzas, invadiendo mi pecho con dolor. ¡No puedo respirar! Porque mis lagrimas cierran mi garganta y ahogan mis sentidos enloquecidos por tu recuerdo.
Hay diferentes formas de despedirnos según las circunstancias, el tiempo que estaremos separados, el lugar donde estemos en el momento de la despedida. Si nos despedimos de un familiar, un amigo o algún conocido, también puede ser una despedida formal o informal, como, por ejemplo: Adiós, Hasta Pronto, Hasta Mañana, Que Te Vaya Bien, Hasta La Próxima. Y todas las formas de despedida causan un grado de dolor, pero solo hay una forma de despedir a un ser querido cuando físicamente se va para siempre de nuestro lado. Que además de ser dolorosa, lleva implícita fe, amor y la esperanza plasmada en cada una de sus letras cuando nos despedimos repitiendo:
Hoy miré hacia el cielo… Y sentí que el viento que jugueteaba con mi pelo ¡Era tan frio como el hielo!