Esta es una frase muy común, yo la he escuchado decir por muchísimas personas. Yo mismo la he repetido innumerable cantidad de veces en forma de burla, excusa, incredulidad, desafío o simplemente para hacer enojar a alguien. Especialmente cuando bromeo con mis amigos o incluso cuando en mi época de estudiante alguien me decía, “Te voy a romper la cara a golpes”; yo respondía “Hasta no ver, no creer”.
Los humanos somos seres vivos que desarrollamos una forma de vivir la vida, apegados a muchas costumbres o tradiciones. Las cuales repetimos porque las aprendimos de nuestros padres, familiares, maestros o amigos. Y lo normal es que se las transmitamos a nuestros hijos que a su vez se las heredaran a sus hijos y así se continuara de generación en generación.
Cuando heredamos una tradición desde niños, la repetimos constantemente al grado que se convierte en algo fundamental para el desarrollo de nuestra interacción con otras personas y convivencia con el mundo en que vivimos. Por lo cual no cuestionamos su naturaleza, origen, si es bueno o es malo; simplemente cumplimos con lo que aprendimos de niños. Porque era lo que nuestros padres hacían, porque es lo que nos mantiene unidos a nuestras raíces, porque es parte de la cultura de nuestros países, porque nos hace felices, porque simplemente aprendimos a vivir con ellas y las practicamos por costumbre, convicción, religión o amor.
Actualmente con el auge o revolución ocasionada por las redes sociales cualquier noticia o tradición se convierte en una POLEMICA. Ya que todas las personas quieren dar su opinión o criticar los acontecimientos ocurridos clasificándolos como: “Pecados, ofensas, racismo, ignorancia, diversión, felicidad, descubrimiento, etc.” Y entre mas personas opinan al respecto, más se distorsiona la realidad.
Vivimos en un mundo donde cada persona es un ser inteligente, dotado de una capacidad para poder discernir el bien del mal. Con voluntad propia para hacer o deshacer, aceptar o rechazar cualquier tradición en su vida. Con la habilidad de aprender a respectar las creencias de otras personas y el derecho de que se respeten sus propias tradiciones.
A veces es necesario dejar de actuar por costumbre siguiendo una tradición de forma automática para aprender a desarrollar Fe, Esperanza y Caridad. Atributos que nos ayudan a encontrar Felicidad, Fortaleza, Estabilidad Económica, Paz y Amor. Durante los trescientos sesenta y cinco días que tiene el año, alrededor de todo el mundo se celebran diversas actividades por tradición o costumbre inherentes a cada pueblo, ciudad, estado o país. Pero existen dos tradiciones memorables en mi vida que se festejan casi en todo el mundo, NAVIDAD Y SEMANA SANTA que incluye el Domingo de Resurrección, Pascua o Easter)
Durante la Navidad o Semana Santa se recuerda con vehemencia a Jesus y el sacrificio que realizo por la salvación del mundo. A finales de Noviembre, todo Diciembre y parte de Enero se recuerda la Navidad con muchos preparativos, adornos, visitas, comidas especiales, regalos, pero Navidad es solo un día (veinticinco de diciembre). Y es en ese día que el mundo celebra el nacimiento del Niño Jesus. Algo similar ocurre durante la Semana Santa con excepción de que toda la semana se recuerda a Jesus, pero solo el Domingo se celebra la Resurrección de Jesucristo.
En resumen, puedo decir que solo existen dos días del año (acorde a las tradiciones que yo conozco), que son específicos para celebrar la llegada de Jesus a nuestras vidas.
¿Pero que pasa con los otros trescientos sesenta y tres días del año? ¿Le seguimos recordando con vehemencia o con amor? En la Biblia en el libro de Juan capitulo veinte leemos:
24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: ¡Hemos visto al Señor! Y él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto mi dedo en el lugar de los clavos y meto mi mano en su costado, no creeré.
26 Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y dijo: ¡Paz a vosotros!
27 Luego le dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo y mira mis manos; y acerca acá tu mano y ponla en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, has creído; bienaventurados los que no vieron y creyeron.
¿Alguna vez han tomado un bebe entre sus brazos? Y le han mostrado por primera vez una flor, una hoja, la luz del sol, las estrellas, un pez, un gato, un perro, una fruta. Si lo han hecho, ¿Han percibido la admiración y el asombro reflejados en los ojos del bebe al descubrir una milésima parte de la creación de Dios? Casi siempre los bebes sonríen al descubrir algo nuevo. Porque, aunque ellos no lo pueden recordar en sus mentes, la pureza de su Espíritu les testifica que antes de nacer, ellos ya habían visto toda la creación de forma espiritual. Y que su deseo de venir a la tierra se ha cumplido, así que ya pueden sentir, tocar y vivir en este mundo terrenal.
Si cada uno de nosotros pudiera observar el mundo como lo observa un niño, con la trasparencia de su mirada inocente y la integridad de un corazón rebosante de gratitud por la oportunidad que recibió para venir a vivir en este mundo, podríamos desarrollar la fe absoluta que necesitamos para mover las montañas que se interponen como obstáculos en nuestra vida. Podríamos aferrarnos a la fuente de agua viva que nos da vida en abundancia. Seriamos capaces de CREER y ACEPTAR por voluntad propia y no por tradición o costumbre a Jesucristo todos los días de nuestra vida. Descubriríamos que Jesucristo VIVE y que es REAL, aunque no le podamos ver físicamente a nuestro lado.
Porque si aprendemos a CREER sin VER, podremos descubrir que no hay mejor socio en los negocios que Jesucristo para ayudarnos a prosperar económicamente. Podemos descubrir que en la soledad de nuestras aflicciones el llenara nuestros corazones de consuelo. Podemos descubrir que cuando desfallecemos sintiendo que perdemos toda energía y las fuerzas de nuestros cuerpos de desvanecen, Jesucristo nos bridara su brazo fuerte como apoyo para ponernos de pie otra vez. Podemos descubrir que cuando nos equivocamos o pecamos el nos librara de la esclavitud del error, purificándonos a través del PERDON.
Porque para dejar de ser Incrédulos y convertirnos en Creyentes debemos vencer al MUNDO, pero no como Superhéroes sino como seres imperfectos dispuestos a ser humildes, obedientes y fieles a Dios. Porque para desarrollar al máximo el potencial individual que cada uno de nosotros posee para alcanzar el éxito en todo lo que planifiquemos debemos vencer el Miedo a la crítica, a cometer errores o a cambiar hábitos inadecuados que nos impiden progresar.
Jesucristo dijo, “Bienaventurados los que NO vieron y CREYERON”. Porque así es como nace la Fe y se desarrolla la Esperanza de que gracias a que Jesucristo venció la muerte y RESUCITO; algún día todos viviremos como Familias Eternas, Juntos Para Siempre. Dejando de ser incrédulos para convertirnos en Creyentes al eliminar de nuestro vocabulario la famosa frase, “Hasta no ver, no creer”.
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