El viento soplaba muy fuerte, derribando objetos y haciendo rodar muchos sombreros que al caer al suelo dejaban ver los pelos alborotados de sus dueños. Los hombres vestidos de vaqueros caminaban orgullosos de mostrar su mejor par de botas bien lustradas. Las mujeres bien maquilladas, perfumadas y portando sus mejores vestidos de colores llamativos se contorneaban al caminar. El ambiente estaba lleno de risas, coquetería, enamoramientos y mucha disposición para disfrutar de la feria. A nadie le importaba que las láminas de los techos resonaran con estruendo cada vez que eran sacudidas por el viento. De pronto la lluvia cayo de forma cruel sobre todo el pueblo de Jutiapa y las personas que estaban en el campo de la feria corrían en diferentes direcciones tratando de encontrar un lugar donde protegerse de la lluvia para no mojarse.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte IX)
Alondra se acostó a dormir esa madrugada con una sonrisa en sus labios y gozo en su corazón. La satisfacción que sentía por haber ganado el concurso de canto aceleraba sus pensamientos al recordar como el público le aplaudió con admiración y la ovaciono demostrándole respeto. Alondra continuó despierta observando la luna a través de la ventana de la cabina del camión hasta que el cansancio la venció obligándola a quedarse profundamente dormida.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte VIII)
En los días siguientes, Hilda compro un vestido de largos encajes y listones de colores para Alondra. Toda la familia participo en los preparativos del viaje. Para Alondra ese viaje familiar dejo de ser parte de su rutina de ferias por visitar. Ella sentía una emoción muy fuerte latiendo dentro de su cuerpo cada vez que recordaba que participaría en un concurso de canto.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte IV)
Alondra tenía una expresión de resentimiento reflejada en su rostro. Resentimiento que penetro su piel viajando rápidamente por sus venas hasta llegar a su corazón. Transformándola de forma dramática, hasta dejar de verse como niña para convertirse en una arpía capaz de lastimar y con vehementes deseos de hacer daño.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte III)
Tal vez parece contradictorio hablar del tiempo que puede transcurrir lentamente para las personas que sufren alguna dolencia. O tan rápido como una estrella fugaz, para los que inmersos en su propio mundo disfrutan de una vida feliz, sin perciben el dolor ajeno que en muchas ocasiones se puede mitigar con una SONRISA.