La aguja del reloj se mueve contante e invariablemente siguiendo su ritmo pausado, mientras que a cada segundo marcado va convirtiendo el tiempo presente, “EN PASADO”. Y nunca se detiene… A menos que la fuente de energía que lo impulsa a seguir trabajando, se consuma con el ritmo acelerado de su propio trabajo, hasta dejar de funcionar por el descaste ocasionado con los años.
Con el camión cargado de productos para vender. Una ruta que incluía cuatro pueblos por visitar y muchos días de feria, Manuel estaba listo para iniciar un nuevo viaje que duraría varios meses.
Hilda abrazo fuertemente a la pequeña Alondra, mientras la besaba en la frente y le decía, “Pórtate bien. Ayuda a tu papá a vender toda la mercadería. Disfruta tu primer viaje fuera de Jutiapa y diviértete un poco en cada feria de los pueblos que visiten.”
Luego Hilda camino hacia la calle donde se despidió de Manuel, con la esperanza de que muy pronto volvieran a casa. Alondra que venía caminando detrás de ella, salió con una sonrisa iluminando su rostro. Sus ojos deslumbraban alegría. Su mano derecha sujetaba una maleta vieja, elaborada con madera y cuero. Alondra había colocado en el interior de la maleta, escasas prendas de vestir y había llenado cada espacio vació con ilusiones por descubrir, sueños por hacer realidad y la esperanza absoluta de comenzar una nueva vida donde todo lo ocurrido, quedara verdaderamente sepultado en el pasado.
Alondra subió al camión y ocupo su lugar como asistente de Manuel, sentándose al lado derecho de su padre. Cuando Manuel encendió el carro y el motor comenzó a funcionar, el corazón de Alondra se aceleró mandando una corriente eléctrica que recorrió todo su cuerpo. Como recordándole que estaba viva y que mientras hay vida, metas y objetivos por alcanzar; toda expectativa o deseo de ser mejor se puede hacer realidad a través de trabajar duro para alcanzar el éxito.
El camión recorrió millas sobre caminos de asfalto o tierra hasta llegar a su destino. Manuel ya tenía un lugar asignado en el campo de la feria donde parqueo el camión. Después procedió a levantar una cerca alrededor del espacio asignado dejando el camión en la parte de atrás para ser utilizado como bodega. Levanto paredes en los extremos con palos, tablas y tela metálica que después cubrió con mantas. En el frente construyo un mostrador con madera y luego lo cubrió con cartón y plástico por ambos lados ya que debajo del mostrador coloco los colchones donde el dormiría ya que alondra dormiría en la cabina del camión.
Manuel le dijo a Alondra que podía salir a conocer el campo de la feria y ver todos los preparativos que los comerciantes estaban realizando, pero que tuviera cuidado porque había muchas personas trabajando y podía ser un poco peligroso caminar en los lugares donde se estaban construyendo puestos de ventas. Alondra salió a caminar en los alrededores. La emoción que sentía era muy intensa al observar todas las luces de colores que iluminaban los rótulos que anunciaban los juegos y los puestos de comida. El suave viento que soplaba levantaba de vez en cuando pequeñas nubes de polvo que se espacian por todo el ambiente, mientras acariciaba su bello rostro. Para alondra era como estar en mundo diferente. Un mundo desconocido para ella, donde todo era risas, música, bailes y diversión plena.
Manuel era un experto ensamblando su puesto de venta y rápidamente lo termino. Luego con ayuda de Alondra colocaron todos los productos para vender. Al día siguiente Manuel le compro un vestido de color amarillo con flores estampadas a alondra para que se lo pusiera el día de la inauguración de la feria. Manuel le explico a la pequeña que tendría que acostumbrarse a dormir de día porque permanecerían despiertos casi toda la noche. Alondra se aprendió el precio de todos los productos a pesar de que todos los artículos estaban rotulados con pequeñas tarjetitas que Manuel elaboraba para que las personas pudieran ver el precio con facilidad.
El primer día de la feria fue la inauguración con música, desfile y discursos de las autoridades locales. Había mucha gente comprando y divirtiéndose. Alondra se veía muy hermosa con su vestido nuevo. Su pelo estaba trenzado al inicio de su cabeza y suelto al final de sus orejas, cayendo sobre sus hombros descubiertos por el estilo del vestido. Su apariencia atraía la mirada de todas las personas que pasaban por el puesto de Manuel. Un hombre se acercó y le dijo, “Que muchachita más bonita, más tarde si quieres te llevo a subir a las ruedas y a comer garnachas.”
Al escuchar lo que el hombre dijo, Manuel sintió que la sangre se encendía dentro de sus venas, y parándose de frente al hombre dijo con voz grave y tono enojado, “Si no te interesa comprar, ¡Vete de aquí! Ella es solo una niña y no sale con nadie.”
El hombre arrugo la frente, levanto la mirada, se quitó el sombrero y respondió con altanería, “Si no te gusta que le hablen a la muchacha, no la pongas a vender y mantenla encerrada para que nadie la mire, porque está demasiado chula, como para llevársela a la casa.”
Manuel salto por encima del mostrador y se paró de frente al hombre. Lo miro con furia y empuño las manos de forma desafiante. Pero el hombre volvió a ponerse el sombrero y después simplemente se fue. Manuel entonces voltio hacia Alondra y le dijo, “No permitiré nunca que nadie te falte al respeto, yo estoy aquí y siempre te voy a proteger.”
Después de ese incidente, todo transcurrió de forma apacible. Los días siguieron pasando sin complicaciones. Alondra se convirtió en una excelente vendedora y comenzó a controlar por ella misma el puesto de ventas. Manuel poco a poco se acostumbró a las miradas curiosas o de admiración que los hombres le lanzaban a Alondra y dejo de crear conflicto siempre y cuando solo fueran miradas y no se atrevieran a faltarle el respeto.
Los días se convirtieron en semanas, las ferias iniciaban y terminaban en el periodo establecido. Por lo que ellos tenían que desarmar el puesto de venta subir todo al camión y trasladarse al siguiente pueblo donde comenzaba todo de nuevo. Para Manuel era solo rutina, pero para Alondra cada pueblo por visitar era una nueva aventura por comenzar.
Una tarde cuando todavía no había mucha gente en uno de tantos pueblos que el destino los había llevado. Se acerco una mujer a comprar y cuando pago discretamente acaricio la mano de Manuel. Era obvio que Manuel la conocía por la forma en que respondió con una sonrisa. Manuel había adquirido confianza de dejar sola a Alondra, ya que ella podía controlar el puesto de ventas por sí misma. Así que se sintió con la seguridad de dejarla un rato sola al frente del negocio, mientras él se encerró dentro del camión alegando que tenía que contar la mercadería.
Mientras alondra se encontraba sola vendiendo. Una familia se acercó a comprar. Los tres niños que llegaron con sus padres querían el mismo juguete, pero de diferente color. Alondra les dijo que si tenía tres juguetes iguales de diferentes colores. pero tendría que ir adentro del camión a buscarlos. Mientras se acercaba al camión, escucho ruidos extraños que la hicieron dudar de seguir caminando. Sin embargo, no se detuvo. Conforme se acercaba, observo que la puerta estaba abierta. Su pulso comenzó a acelerarse, su corazón se oprimía sintiendo como si estuviera por descubrir algo malo, comenzó a sentir una opresión en el pecho, los latidos de su corazón se tornaron estridentes al grado que parecía un tambor resonando dentro de su cuerpo. Cuando Alondra se paró de frente a la puerta, levanto su brazo y movió la cortina que impedía ver hacia adentro. Sus ojos se impresionaron con lo que descubrió, lagrimas comenzaron a caer por sus mejías, su garganta se secó y un sentimiento de desaliento comenzó a nacer en su ser. La escena era una burla a todo el amor que sentía por su padre. Manuel estaba allí, desnudo sobre una colchoneta con otra mujer.
Al mover la cortina los rayos del sol penetraron en el interior del camión y Manuel levanto la mirada para observar cómo Alondra temblaba de miedo por lo que estaba viendo.
CONTINUARA…
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