La aguja del reloj se mueve contante e invariablemente siguiendo su ritmo pausado, mientras que a cada segundo marcado va convirtiendo el tiempo presente, “EN PASADO”. Y nunca se detiene… A menos que la fuente de energía que lo impulsa a seguir trabajando, se consuma con el ritmo acelerado de su propio trabajo, hasta dejar de funcionar por el descaste ocasionado con los años.