Alondra se acostó a dormir esa madrugada con una sonrisa en sus labios y gozo en su corazón. La satisfacción que sentía por haber ganado el concurso de canto aceleraba sus pensamientos al recordar como el público le aplaudió con admiración y la ovaciono demostrándole respeto. Alondra continuó despierta observando la luna a través de la ventana de la cabina del camión hasta que el cansancio la venció obligándola a quedarse profundamente dormida.
LA ALONDRA DE ORIENTE. (Parte VI)
La aguja del reloj se mueve contante e invariablemente siguiendo su ritmo pausado, mientras que a cada segundo marcado va convirtiendo el tiempo presente, “EN PASADO”. Y nunca se detiene… A menos que la fuente de energía que lo impulsa a seguir trabajando, se consuma con el ritmo acelerado de su propio trabajo, hasta dejar de funcionar por el descaste ocasionado con los años.