Ebenezer elaboro una lista mentalmente de las visitas que realizaría y mientras caminaba por la calle se encontró con tres señores que unos días antes le habían pedido una donación para los asilos del pueblo que protegían a los desamparados, ancianos y huérfanos durante todo el año. Los tres hombres al encontrarse de frente con Ebenezer lo ignoraron y siguieron caminando. Entonces Ebenezer se Volteó y levantando su mano derecha les grito, “Señores, podría conversar con ustedes un momento”. Los tres hombres se detuvieron y mirándose a los ojos entre ellos mismos afirmaron moviendo la cabeza, que si podían conversar un momento.
“Hace unos días ustedes se acercaron a mí, para pedirme una donación en favor de las casas de asilos para los necesitados. Y yo les trate de forma irrespetuosa e impertinente, por lo cual les pido disculpas y quiero ofrecerles un trato; estoy dispuesto a efectuar una donación generosa para los necesitados, pero como hombre de negocios también quiero invertir en sus instalaciones y adecuarlas de tal forma que además de ser un refugio puedan ser lugares de trabajo donde las personas que puedan y quieran hacerlo, trabajen empacando algunos de los productos que mi empresa distribuye y recibirán el salario establecido para esa labor. De esa forma podrán tener ingresos propios que les ayudarán a mejorar su nivel de vida. También quiero ofrecer la enseñanza de algunos oficios que las personas pueden aprender para que lleguen a ser autosuficientes en la medida que ellos estén dispuestos a aprende y trabajar. Juntos podemos mejorar el nivel de vida dentro de los asilos en favor de los necesitados, pero recuerden que el dinero que no se invierte para producir ganancias se termina y no puedo repartir todo lo que tengo, porque si lo hago muy pronto yo también terminare en la calle buscando un lugar donde refugiarme. Si les interesa mi propuesta les espero mañana en mi oficina para que dialoguemos al respecto y les tendré el cheque de mi primera donación listo, esperando por ustedes.”
Los tres hombres estaban atónitos, incrédulos ante lo que escuchaban. Uno de ellos pensó, “¿Qué es lo que escucho?, ¿Será este el mismo avaro, miserable e inescrupuloso Ebenezer?”. El segundo hombre pensó, “Ebenezer seguramente quiere convertir a todos los necesitados en sus esclavos, para engrandecer su empresa”. El tercer hombre sonrió y extendiendo su mano hacia Ebenezer le dijo, “Me parece una propuesta muy interesante, nosotros estaremos felices de visitarlo mañana en su oficina para analizar su proyecto y quiero agradecer anticipadamente por su donación deseándole una Muy Feliz Navidad”. Ebenezer respondió apretando la mano del tercer hombre y sonriendo le dijo, “Gracias por escucharme y espero me den la oportunidad de rectificar mis errores a través de la generación de empleos, nos vemos mañana en mi oficina”.
Los tres hombres se alejaron conversando entre ellos y Ebenezer continúo caminando hasta que llego a la tienda de regalos. Cuando ingreso a la tienda todas las personas se quedaron un instante en silencio, asombradas de verlo llegar, porque para todos era bien conocida la fama de avaro que Ebenezer tenía. Aprovechando el silencio que su presencia ocasiono en la tienda Ebenezer les dijo, “Buenos días a todos y les deseo una muy Feliz Navidad, también prosperidad en sus hogares, salud en sus cuerpos y que Dios les bendiga a Todos.” Luego con voz fuerte pero alegre pregunto, “¿Quién puede ayudarme? ¡A escoger los regalos que necesito!, esta es mi primera vez en la tienda. Yo no tengo experiencia seleccionando lo que voy a regalar a cada uno de mis amigos y familiares por eso necesito la ayuda de alguien que me aconseje acerca de lo que debo comprar.”
El corazón de Ebenezer palpitaba con fuerza y todo su cuerpo estaba envuelto en una sensación cálida, que por momentos erizaba su piel, pero lo hacia sentir felicidad. Imaginaba la cara de sorpresa que pondrían todos al recibir sus regalos. La satisfacción que sentía y el placer que le daba a su espíritu comprar para regalar. Esa, era una emoción que había permanecido dormida a través del tiempo. El asombro que producía en el rostro de las demás personas no se comparaba con el gozo que experimentaba, no por el dinero que estaba gastando, sino por la satisfacción de saber que tenía los recursos para poder hacerlo. Porque después de todo cada persona ofrece lo que tiene y puede regalar. En ese momento Ebenezer deseo que todas las personas pudieran tener algo para regalar y que no les importara si no tenían dinero para comprar; Ya que los espíritus le habían ensenado que los mejores regalos provienen del corazón y no del bolsillo o de la cuenta bancaria de una
persona. Por eso Ebenezer estaba regalando sonrisas a todos, aun a los que le criticaban por lo que estaba haciendo. Algunos lo criticaban diciendo, “Este hombre avaro se volvió loco, y está tratando de comprar toda la tienda”. Pero Ebenezer no les ponía atención, porque sabía que los comentarios de las personas que no te conocen, no deben herir tus sentimientos. Entonces le dijo a una vendedera, “¿Tienen chocolates?, ¡Muchos chocolates! Porque si los tienen quiero que le den uno a cada persona dentro de la tienda y que lo disfruten mientras se disuelve en su boca para que piensen, que la sensación dulce del chocolate será por un breve momento al igual que la Navidad, que dura solo veinticuatro horas. Por eso debemos aprovechar nuestro tiempo compartiendo con los seres que amamos, sin desperdiciar ni un instante observando o criticando a las demás personas.”
Ebenezer dio instrucciones para que todos los regalos fueran repartidos y entregados a partir de ese momento; deseaba que los regalos fueran recibidos por sus dueños antes de que él los visitara. Después de salir de la tienda, Ebenezer encamino sus pasos hacia el puente donde estaba un hombre son su familia protegiéndose de la inclemencia del clima y sufriendo de hambre. Ebenezer quería tener una conversación con ese hombre y anticipadamente decidió no juzgar, tampoco criticar las circunstancias por las cuales se encontraba viviendo actualmente esa situación con su familia. El objetivo de Ebenezer era ofrecer ayuda de forma desinteresada y corregir su propia imprudencia cuando dijo que, “Nadie está obligado a ayudar a otros y que no era responsabilidad suya cuidar de los pobres y necesitados porque para eso existían los albergues y asilos que se sostenían de los impuestos”. Ebenezer siendo un hombre culto e intelectualmente preparado en el mundo de los negocios, sabia con certeza de que nadie esta obligado a ayudar a nadie y que la responsabilidad de buscar estabilidad económica y prosperidad material o espiritual le corresponde a cada individuo al ser autosuficiente por sí mismo para proveer todo lo necesario para su familia. Pero ahora también sabía, gracias a los Espíritus de la Navidad, que si se poseen los bienes económicos y el deseo adecuado se puede ayudar a los demás a través de que cada persona incremente su productividad a través del desarrollo de una carrera técnica o un oficio por medio del cual pueda mejorar su estilo de vida. Algunas veces las personas solo necesitan un empujoncito para que comiencen a valerse por sí mismas.
Al estar caminando en dirección al puente, Ebenezer paso cerca de un charco de agua limpia y al ver su silueta reflejada en el agua observo que alguien mas estaba caminando junto a él, y escucho un sonido suave parecido a la risa de un niño. Entonces Ebenezer levanto su cara y se volteo para descubrir que no había nadie a su alrededor y pensó, “Debe de ser mi imaginación, los espíritus me han dejado traumado con sus apariciones la noche anterior” luego continúo caminando, sintiendo que todo su cuerpo rebosaba de felicidad.
CONTINUARA…
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