Como un cristal transparente, totalmente invisible al sentido de la vista es la pared que divide el mundo de los vivos con el mundo de los muertos. Una de las preguntas que más ha resonado a través de la historia es “¿A dónde vamos cuando morimos?” Y muchos son los cuestionamientos que han surgido alrededor de esa pregunta: ¿Existe la vida después de la muerte? ¿Volveremos a ver a nuestros seres queridos cuando hayamos muerto? ¿Existe el paraíso? ¿Existe el infierno?
Aproximadamente hace dos años una persona me dijo que no creía en la vida después de la muerte. Que la hipotética creencia de que al morir nos reuniremos con nuestros antepasados carece de un fundamento científico o lógico para determinar que existe un mundo espiritual a donde iremos a descansar. Basando su razonamiento en el echo bíblico de que cuando Lázaro fue traído de vuelta a la vida por Jesus; Lázaro no dejo ningún registro escrito acerca de lo que vio mientras estuvo muerto. Tampoco regreso contando o afirmando que existiera un mundo espiritual a donde todas las almas van a descansar o a pagar por sus pecados.
Todos los seres humanos que han vivido y que estamos viviendo en este mundo terrenal; hemos tenido que pasar por el proceso de recibir un cuerpo físico que se formó adentro del vientre de una mujer. Proceso en el cual mientras el cuerpo humano crecía y se desarrollaba recibió un espíritu para que lo habitara, conservando durante el tiempo de su evolución plena conciencia de su naturaleza divina que le ayudo a completar el proceso de su formación física.
Haciendo a un lado la controversia de si el espíritu entra en el cuerpo humano antes o después de su nacimiento. Vamos a continuar diciendo que al momento de nacer todos atravesamos también ese fino cristal que separa la vida de la muerte, haciéndonos olvidar todo recuerdo vivido de un mundo espiritual. Dejando nuestros cuerpos marcados por el dolor del nacimiento y una conciencia que nos ayudara a discernir entre el bien y el mal.
Entonces, si al momento de nacer todos olvidamos el lugar de donde venimos, es lógico pensar que al momento de que Lázaro volvió a vivir; tuvo que atravesar nuevamente ese fino cristal que separa la vida de la muerte, olvidando todo lo que vio o escucho mientras estuvo muerto. Por otro lado, hay un punto muy importante que recalcar, como lo es el hecho de que Jesus estuvo muerto por tres días, al cabo de los cuales resucito. Y es confiablemente verdadero que cuando Jesus atravesó el fino cristal que separa la vida de la muerte y que borra todo recuerdo del mundo espiritual, no le afecto. Ya que dio testimonio al respecto, contando lo que había hecho durante los tres días que estuvo muerto. Lo cual fue registrado por los apóstoles y profetas de esa época.
Actualmente existen diversas creencias, costumbres y tradiciones con respecto al día de los muertos. Y no voy a escribir acerca de ninguna de ellas porque todas son validas y se deben de respetar. Sin embargo, voy a compartirles un poquito de lo que yo he experimentado y aprendido acerca de un mundo exactamente igual al mundo en que vivimos, pero más organizado, al otro lado del fino cristal que divide a los vivos de los muertos.
Es común soñar con familiares y amigos que ya han partido. Hablar con ellos mientras estamos dormidos e incluso salir de paseo o realizar actividades conjuntamente en lugares conocidos o distantes a los cuales nunca hemos ido. Cuando soñamos con personas que ya han muerto es porque ellos han recibido un permiso para atravesar el cristal que nos divide de forma espiritual, por ello se comunican con nosotros mientras nuestro cuerpo duerme, liberando temporalmente nuestro espíritu de tal forma que se puede comunicar con el espíritu de la persona que nos visita en sueños.
Desde niño yo he vivido incontables experiencias en el mundo de los espíritus. Y nunca ha sido fácil hablar al respecto, ya que mi madre me enseñó a creer en la biblia y a aferrarme en sus escritos con fe absoluta para poder soportar una vida diferente que comienza cuando las penumbras del día se convierten en oscuridad al llegar la noche. En mi mente de niño, yo erróneamente pensaba que vivía en pecado imperdonable, ya que la biblia prohíbe y condena de forma total a todos los que hablan con los muertos. Pero conforme fui creciendo deje de sentirme culpable porque analice y comprendí de una forma mas clara lo que biblia enseña.
Yo jamás he buscado, llamado o invocado los espíritus de las personas que ya han muerto. Son ellos los que se acercan a mí, sin ser invitados. Por algún propósito que desconozco, desde niño he podido cruzar el cristal que me separa de ellos. He conversado, reído o llorado escuchando sus relatos. En el mundo de los espíritus algunos de ellos no saben que están muertos, viven una vida armoniosa, trabajan, realizan actividades recreativas, cocinan, son felices viviendo un sueño eterno donde no existen los problemas y no existe el dolor. Se reúnen con familiares y amigos, sin preguntar jamás por todos sus seres queridos que aún están vivos.
Otros espíritus tienen plena conciencia de su condición y saben que se han separado de su cuerpo físico. Muchos de ellos se acercan al fino cristal que nos separa, para observar la vida de los vivos. Muchas veces sufren viendo como desperdiciamos el tiempo y nuestras vidas haciendo cosas que no significan nada. Ellos progresan mas de prisa. Viven espiritualmente una vida casi perfecta. La mayoría del tiempo disfrutan de mucha paz. Trabajan con un propósito, siguiendo un estado lineal que los guía hacia la vida eterna.
Otros viven en un lugar donde yo no tengo acceso. Algunas veces he ido a la entrada de ese lugar para conversar con alguien que me esta llamando. Yo lo describo como la entrada a un gran teatro o un cine, porque tiene una especie de taquilla con una puerta a la izquierda y otra a la derecha. Allí siempre hay alguien a quien le tengo que decir el nombre de la persona que me esta llamando. Las puertas tienen guardianes. El espíritu que sale de ese lugar lo hace a través de la puerta derecha y cuando regresa al interior lo hace por la puerta izquierda.
Los espíritus que están allí adentro viven un infierno, porque sufren mucho dolor ocasionado por el recuerdo de sus propios pecados, son agresivos y la mayoría de las veces solo buscan hacer daño. Las pocas veces que he visto salir algún espíritu de allí, ha sido para escucharlos llorar y verlos sufrir. Recriminando que cuando estuvieron vivos nadie hizo nada por ellos.
En general los espíritus que viven al otro lado del cristal son felices. En el mundo espiritual ellos preparan sus alimentos, los cuales yo tengo prohibido comer cuando los visito en sueños. Hace muchos años yo estuve con alguien a quien le ayude a preparar sus alimentos y por un momento olvide que estaba en el mundo de los espíritus, entonces probe la comida e instantáneamente recordé que yo estaba dormido y que esa persona estaba muerta. Entonces desperté y estuve enfermo con vértigo por mas de una semana. Jamás he vuelto a probar la comida de los muertos.
Cada año las primeras semanas del mes de noviembre, se vuelven un tormento para mí. Las personas encienden velas por todos lados. Una vela por cada uno de sus familiares muertos. Con la esperanza de que ellos vean la luz y la sigan. Lo cual es literalmente cierto. En mi casa jamás se dejan velas encendidas de noche. Ya que la luz de las velas atrae a los espíritus durante la noche.
Son muchos los espíritus que se acercan mi en sueños durante el mes de noviembre y yo puedo testificarles que muchos de ellos son una verdadera pesadilla. Pero indiferentemente de lo que pensemos o creamos quiero testificarles que el amor es eterno al igual que lo son las familias y aunque físicamente estemos separados de los muertos, ellos siguen formando parte de nuestras vidas.
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