Mi padre fue fotógrafo. Realizo muchos viajes a diferentes lugares para tomar fotografías en las ferias de los pueblos. Conoció mucha gente y en varias ocasiones me relato experiencias vividas en esos viajes. Había ocasiones en que me volvía a contar anécdotas que yo ya había escuchado.
Mi padre frecuentemente hablaba de sus visitas a México y de los divertidas que resultaban las ferias que en ese país se realizaban. El me conto que en una ocasión en la ciudad de México conoció a la doña Maria Félix, con quien converso por un buen rato. También le tomo fotografías, las cuales mi padre se las entrego como un regalo. Esa experiencia me la conto mas de diez veces en diferentes ocasiones y yo siempre le respondía, “Como no hay pruebas de la existencia de esas fotografías, dudo mucho que haya sido verdad.” Mi padre se enojaba y repetía con vehemencia que el había conversado frente a frente con la doña Maria Félix.
A mi siempre me han gustado las películas de Maria Félix y en el año de mil novecientos ochenta y tres le escribí un poema. El cual utilice como base para una de mis publicaciones anteriores refiriéndome a la belleza de las mujeres, pero que originalmente fue escrito para la doña Maria Félix. En esta ocasión lo comparto con ustedes sin editarlo. Es decir, sin correcciones o modificaciones. Lo público tal como lo escribí a mis doce años.
MARIA…
Fuerza viva, recia y enérgica.
Cruel y malvada. Pero sumamente bella, eso eres tú ¡Maria!
Flor de fango, flor de loto, flor de cerezo que mata y envenena,
pero dulcemente se ve y se anhela.
¡Mujer carnívora! lanzada a la mar, traicionera y arrogante;
pero dime que musa no desearía Maria por un instante poseer tu mirar.
Quimera lejana o fácil de alcanzar.
Estrella poseedora de un brillo que no se puede tocar.
Eso eres tú ¡Maria!
¡Y ahora dime!, Pero dime tu, ¡Maria!, ¿Por qué yo no te puedo olvidar?
Por ti se mata, se roba y destruye.
Porque cual águila que posa su mirada sobre la presa,
atrapas todo lo que te gusta ¡Maria! Y le quitas…
¡Si!, Le quitas su libertad.
¡Cantando! Si, cantando alegre y risueña Maria…
Al mundo te luces como si fueras un sueño echo realidad.
¿Qué me diste? ¿Qué me has dado? Me pregunto…
¡Qué me siento tan mal!
Porque solo de pensar en el brillo de tus ojos, ¡Maria!
Anhelo en tus brazos siempre estar.
¡Dime! Pero dime tu, ¡Maria! ¿Por qué yo no te puedo olvidar?
¿Qué hechizo posees en tu persona, Maria?
Que todo el que te ve de ti se enamora
¿Será acaso? Que a pesar de lo que aparentas; ven en tu alma algo más…
O ¿Será acaso?, Maria…
Que al fin descubren que toda tu diosa Mexicana,
Eres dulzura, amor y Amistad.
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