En el momento que Eva y Adán comieron del fruto prohibido, abrieron sus mentes al conocimiento de las artes, la ciencia, el descubrimiento, la sabiduría, la libertad de poder elegir entre el bien y el mal; trayendo sobre si la consecuencia de que sus cuerpos inmortales fueran transformados a un estado mortal y temporal de vida. En otras palabras, permitieron que la muerte comenzara a formar parte de sus vidas.
Lucifer astutamente les había dicho que al comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y el mal no morirían, sino que llegarían a ser como dioses conociendo el bien y el mal. Efectivamente les dijo una verdad a medias porque ellos no murieron instantáneamente al comer del fruto prohibido. Pero comenzaron a envejecer de tal forma que con el pasar del tiempo llegarían a experimentar la muerte física. También comenzaron a ser sus propios agentes. Destinados a trabajar arduamente para proveerse por si mismos todo lo que pudieran necesitar.
A pesar de lo duro que pudiera parecer comenzar a sobrevivir en un mundo donde no tenían una casa para vivir, herramientas para cultivar la tierra o cazar animales para comer, ropa adecuada a cada estación del año, zapatos para cubrir sus pies descalzos, medico para curar sus heridas, medicina para sanar sus enfermedades, agua potable al alcance de la mano, ninguna comodidad que les permitiera tener una vida relajada y sin problemas. Ellos trajeron a este mundo el gozo más grande que se puede experimentar como ser humano, al procrear hijos que llenan de felicidad nuestro universo personal.
“Herencia de Jehová son los hijos”, ya sean sanguíneos o adoptados. Porque no existe diferencia alguna cuando los tenemos entre nuestros brazos. La tierna y maravillosa mirada de un bebe, su sonrisa, sus gestos, su llanto unido a su necesidad de ser amado, protegido y guiado, es lo que llena de amor nuestros corazones.
La satisfacción de verlos crecer, alcanzar sus metas, perseguir sus sueños y desarrollarse hasta que puedan formar sus propias familias a echo que en alguna ocasión posiblemente deseáramos no morir y vivir para siempre en este mundo junto a todos nuestros seres queridos. La nostalgia de sentir la necesidad del rose de las manos de mamá, escuchar el consejo sabio de papá, arrullarse en los brazos cálidos de un hermano en un momento abrumador, confuso o lleno de problemas, también puede resultar en el deseo de querer vivir para siempre en este mundo.
A través de la historia de este mundo han existido muchas personas que han sentido el deseo de volver a ver a sus familiares muertos. Obsesionándose con una necesidad que los ha impulsado a buscar los medios necesarios para buscar y hablar con sus muertos. La biblia nos enseña que es abominación a los ojos de Jehová la búsqueda de los medios necesarios para hablar con los muertos y querer traer sus espíritus para poder verlos.
¡Jamás te olvidare! ¡Nunca dejare de amarte! ¡Por siempre vivirás en mi memoria! Estas son algunas de frases mas emotivas, poderosas y significativas que un ser humano puede expresar al experimentar la partida de un ser querido. Y aunque se tenga el conocimiento, la creencia o la esperanza de que algún día volveremos a reunirnos con ellos, el dolor de la separación temporal por causa de muerte natural o accidente es tan fuerte que puede llegar a partir el corazón de los vivos como una espada de dos filos que lo atraviesa sin misericordia.
Cuando un ser querido muere es cuando el gozo de su existencia se convierte en el traumático dolor incesante que nos puede acompañar toda nuestra vida, lacerando repetidas veces el corazón de quien lo está sufriendo. Cuando se vive con un dolor incrustado en el alma, nuestros pensamientos pueden tornarse débiles, nuestras emociones confusas, nuestros sentimientos se adormecen y sin percatarnos dejamos que la tristeza limite nuestra capacidad de expresión, aceptación, recuperación y convivencia con el entorno que nos rodea. Limitándose también nuestra capacidad para amar y ser amados, es decir se limita la capacidad de experimentar gozo, felicidad o alegría plena durante toda nuestra vida.
De tal forma que olvidamos que el amor es un sentimiento eterno que nos une a través del tiempo y la distancia. A veces olvidamos temporalmente que los seres humanos tenemos la capacidad de superar el dolor que ocasiona la muerte de un ser querido para seguir viviendo en este mundo sin ellos. La muerte es simplemente un proceso que debemos experimentar para volver a recuperar la inmortalidad de nuestros cuerpos físicos y así volver a reunirnos con todos los seres queridos que ya han partido, cuando Jehová regrese a este mundo en toda su gloria.
Tal vez a algunas personas eso les resulte difícil de aceptar porque no creen en Dios, pero pueden desarrollar la fe o la esperanza de que el amor nos mantiene unidos y que es por amor que algún día nos reuniremos con ellos otra vez. Mientras continuemos en este mundo deberíamos esforzarnos por ser buenas personas y cuidar de nuestra salud física, especialmente de nuestro corazón.
Porque el CORAZON es el centro de nuestro universo corporal, donde el ESPIRITU se puede fusionar con el ALMA. El sitio donde nacen, crecen y se reproducen todos nuestros sueños, deseos, anhelos o aspiraciones. El único lugar sobre este mundo donde los muertos junto a los vivos se reúnen para conversar, disfrutar y seguir amándose sin peligro. Porque es allí donde todos ellos vivirán para siempre ya que “LAS FAMILIAS PUEDEN SER ETERNAS.”
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