DESEO CUMPLIDO.

Durante las últimas semanas he estado muy ocupado en diversas tareas.  También nos estamos mudando y no he podido publicar con la frecuencia que me gusta hacerlo, pero no he dejado de escribir.  Así, que muy pronto comenzare a publicar nuevas historias, poemas y artículos que yo sé, les van a gustar.

DESEO CUMPLIDO.

En muchas ocasiones he escrito acerca de los parques temáticos de Universal Estudios, de lo mucho que mi familia se divierte cada vez que los visitamos.  Mis hijas prácticamente crecieron en Universal estudios y en Isla de la Aventura.

En los parques hemos disfrutado de incontables días y noches llenas de emoción, risas, sorpresas, aventura, descubrimientos y por qué no decir de llantos llenos de felicidad.   Adentro de los parques hemos viajado a mundos lejanos donde no existe la tristeza, el dolor, la desigualdad o limites que restrinjan nuestros deseos de diversión en un ambiente sano y seguro.

También hemos disfrutado de muchos conciertos con cantantes famosos a los cuales hemos visto muy de cerca, hemos cantado sus canciones o bailado con su música.  Hemos vivido la desbordante fiesta multicolor de Mardi Gras con sus desfiles tradicionales, majestuosas carrozas, impresionantes trajes y fenomenales sonrisas en cada uno de sus participantes.

Sin embargo, debo confesar que durante muchos años – especialmente cuando mis hijas eran pequeñas-yo tuve la incomodidad de realizar largas colas para ingresar a las atracciones.  Porque siempre alguna de mis hijas quería ir al baño o se quejaban del tiempo de espera o me pedían que yo las cargara en mis brazos porque no querían estar de pie.  Pero cuando llegaba el momento de entrar, se les olvidaba todo y disfrutaban al máximo las atracciones para después pedirme que iniciáramos otra línea de espera en otra atracción del parque.  Entonces yo pensaba, “Que fabuloso seria que las líneas de espera para las atracciones no fueran tan largas o tener solo para nosotros los parques de tal forma que no vinieran tantas personas.  Así podríamos disfrutar de todas las atracciones sin hacer colas o estar de pie demasiado tiempo.”

En muchas ocasiones exprese ese deseo, con la esperanza de que algún día pudiéramos disfrutar de los parques solo para nosotros. Imaginando que entrabamos a todas las atracciones sin hacer colas y sin pérdida de tiempo.

“¿Y saben qué? Con el pasar del tiempo mi deseo se cumplió en el año 2020.”

Cuando en medio de restricciones, medidas de seguridad, limpieza extrema y la utilización de mascarillas (cuyo uso se volvió obligatorio), mi familia y yo decidimos visitar los parques temáticos de Universal. A pesar de las advertencias que muchos amigos nos hicieron referentes a evitar salir de casa para no contagiarnos con la pandemia de Covid-19.

Desde que llegamos notamos que había un excelente sistema de prevención de contagio, limpieza y desinfección en todo el parque.  Primero visitamos Universal Estudios.  Y al entrar ¡SORPRESA!, las calles estaban vacías, algunos restaurantes cerrados, no había colas de personas esperando para entrar a las atracciones, los tiempos de espera prácticamente no existían ya que se podía ingresar de forma inmediata. Realmente mi deseo se cumplió, “Pero no me sentía feliz”.

Porque unido a la ausencia de personas, se fueron las conversaciones, los rostros alegres, las anécdotas, las comparaciones de las diversas emociones que se sientes al subirse a las montañas rusas, el ruido que la gente producía al caminar, la empatía que flotaba en el ambiente y que invitaba a ser feliz, la adrenalina que se siente al caminar de prisa para formarse cuanto antes en la línea de espera compitiendo secretamente con otras personas para ver quien llega primero a formarse en la cola.

La ausencia de aglomeración de personas convirtió mi deseo en realidad.  Pero el caminar por las calles vacías de Universal Estudios me produjo nostalgia por los días llenos de luz, ya que a pesar de que el sol brillaba intensamente, el ambiente en el parque era sombrío, frio e inexistente de calor humano.

Así que tratando de cambiar lo que estaba sintiendo nos fuimos a Isla de la Aventura, con la esperanza de que los héroes que allí habitan nos hicieran sentir mejor.  Pero la situación era similar en ambos parques.  Donde únicamente la amabilidad de los empleados y el brillo vivaz de sus ojos nos transmitían alegría. 

Mi deseo fue cumplido, pero no lo disfrutamos porque las atracciones parecían extrañar al motivo de su existencia, la razón del porque fueron creadas cada una de ellas.  Viviendo esa extraña situación entendí que los parques temáticos sin aglomeración de personas no se disfrutan de la misma manera.  Porque el sentimiento de felicidad que cada uno de sus visitantes lleva en el corazón y que transmite con intensidad es lo que nos hace querer vivir y disfrutar de todas las atracciones.  Así también comprendí que todas las personas se conectan con un sentimiento energético y lleno de alegría, que los convierte en el corazón que late dentro de los parques, ya que sin ellos no existe la fantasía, la ilusión ni el amor a la vida.