Antes de asistir a Kindergarten yo ya había aprendido a leer, aunque parezca difícil de creer, así fue. Mi madre tenía un negocio donde se vendían toda clase de libros y revistas. Que incluían una gran variedad de temas. Amor, Ficción, Romance, Documentales, Historia, Política, Naturaleza, Ciencia y toda clase de fotonovelas, que me permitían adentrarme en un mundo lleno de fantasía, emoción o conocimiento.
Yo pasaba largas horas aprendiendo del mundo, viajando a través de esas revistas o libros a muchos países. Descubriendo sus costumbres, su política, su desarrollo económico – social, sus mejores platillos culinarios, paisajes naturales y arquitectónicos. A través de esos libros y revistas aprendí sobre cultura, descubrimientos científicos, creencias, mitos y realidades. Aprendí sobre el amor, el dolor, la alegría, la tristeza y el desarrollo de todas las emociones humanas ejemplificadas a través de personajes ficticios de telenovelas o personas reales que mostraban esas emociones de forma contundente y sin restricciones en las noticias escritas.
Mi afición por la lectura me convirtió en un monstruo devorador de libros y revistas, despertando en mi la pasión por la escritura. Así fue como comencé a escribir y desarrollar temas de mi propia inspiración o basados en hechos reales ocurridos a través del tiempo y las vivencias de personas reales que formaban parte de mi mundo infantil. Después comencé a escribir sobre las pesadillas que me atormentaban cada noche o de las experiencias paranormales que ocurrían a mi alrededor y que me empujaron a vivir episodios depresivos que restringían mi capacidad de interacción con otros niños de mi edad.
En mi niñez prefería conversar con adultos en lugar de compartir mi tiempo con otros niños. Ya que podía establecer conversaciones interesantes y muchas veces precoces con preguntas demasiado directas que me ayudaban a satisfacer mi curiosidad o deseo de aprender mucho más.
Como lo he mencionado en otras oportunidades mi madre me instruyo en la lectura de la biblia. Y desde que comencé a leer las historias que contiene, me esforzaba por aprender a través de la meditación y la búsqueda constante de la guía del Espíritu Santo el significado o la aplicación de todas sus enseñanzas. Aunque parezca cómico, mi deseo por descubrir la verdad implícita en todas las cosas surgió después de leer una de las revistas de KALIMAN. Porque adopte la costumbre de meditar aferrándome a la célebre frase de este personaje que dice, “El que controla la mente, lo controla todo”.
Para mí es indispensable la lectura porque forma parte de mi estilo de vida. Mis favoritas son las historias de amor ya que desde niño he leído todas las que han llegado a mi mano. Pero entre todas ellas solo existe una que me ha impresionado tanto al grado de quedarse plasmada en mi mente y corazón. Una historia de amor que me inspira a creer que el AMOR VERDADERO existe de tal forma que se puede alcanzar y que el VERDADERO AMOR se puede desarrollar, cultivar o compartir sin límites a través del universo y la eternidad.
En la biblia, en el libro de Rut capitulo 1 versículos 16 y 17 leemos: “Y Rut respondió: No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque adondequiera que tu fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviere. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tu murieres, moriré yo y allí seré sepultada. Así me haga Jehová y aun me añada, porque solo la muerte hará separación entre tu y yo.”
Esta parte de la historia implica, resiliencia, sacrificio, convicción, devoción, lealtad, hermandad, fidelidad y la disposición inquebrantable a ser parte activa en la vida de otra persona, sin la búsqueda de beneficio propio o intereses egoístas que puedan causar división, dolor o tristeza. Rut decidió permanecer junto a su suegra para vivir, sufrir, creer, esperar y soportar todo lo que pudiera ocurrir.
El Amor que Rut muestra por su suegra la lleva a amar todo lo que su suegra ama, permitiéndole descubrir el amor a Jehová, aceptándolo como parte inamovible de todas sus acciones y decisiones.
Yo creo en el AMOR VERDADERO, que esta lleno de romanticismo, sonrisas, paseos, diversión y de sentimientos que nos hacen alcanzar la felicidad. Con la disposición a sacrificar deseos propios para alcanzar el éxito como pareja, familia, padres o amigos. Pero también anhelo poder desarrollar en mí, el VERDADERO AMOR. Porque el verdadero amor no causa dolor o sufrimiento, no humilla, no destruye, no exige, no juzga, no grita, no limita, no exige cambios de personalidad o costumbres, no crea dependencia. El verdadero amor nos da paz, alegría constante, respeto aun en medio de las discusiones, consuelo en las situaciones más difíciles, comprensión en los momentos de enojo, fortaleza en nuestras tristezas, eleva nuestra autoestima e incrementa nuestra capacidad de amar sin límites para poder compartir perdón en abundancia.
El Verdadero Amor sobrepasa al Amor Verdadero porque nos eleva por encima de nuestros defectos e imperfecciones humanas, para dar lo mejor de nosotros mismos sin reservas, al aceptar que nadie es perfecto. Además, nos ayuda a descubrir, amar y aceptar a Jehová como el centro de todas nuestras decisiones, relaciones, aspiraciones y deseos, convirtiéndolo en el eje que mueve NUESTRO UNIVERSO.
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