VIVIR PARA MORIR.
Una expresión un poco compleja de explicar y muy difícil de comprender cuando se vive atado a los recuerdos de un pasado poco agradable, a los fracasos, a las mentiras o al dolor innegable que produce el sufrimiento de haber sido golpeado, humillado, excluido o simplemente ignorado por alguien cuando buscábamos amor y comprensión.
El ser humano puede tener la tendencia a auto justificarse a sí mismo para eludir responsabilidades o evadir enfrentar una situación que hiere sus sentimientos. Y si no aprendemos a reconocer a tiempo la presencia de emociones nocivas en nuestro cuerpo, podemos llegar a experimentar un estado depresivo incontrolable en nuestras vidas.
Yo no pretendo enseñar religión, pero hay ocasiones en que me gusta utilizar escrituras de la biblia para ayudar a responder las preguntas que recibo de la mejor manera posible y comparto con ustedes que yo creo en Dios el Eterno Padre y en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo. Pero también creo que cada ser humano es libre de escoger creer en lo que desee creer de acuerdo con los dictados de su propia conciencia.
El diccionario define la palabra VIVIR como: “La acción de pasar la vida en un determinado lugar” y también la define como: “La acción de disfrutar de la vida en tiempo de calma, de bullicio y alegría”. En otras palabras, vivir significa- “DISFRUTAR DE LA VIDA CON ALEGRIA.”
¿Pero cómo se puede vivir? Cuando sentimos que morimos poco a poco cada día. Esta pregunta es difícil de responder, cuando la sensación de soledad ha generado oscuridad a nuestro alrededor y la tristeza ha debilitado nuestro corazón, que palpita a la orilla de un abismo creado por la decepción. Sin embargo, siempre que el deseo de vivir este unido a la perseverancia y guiado por fe, “LA RESPUESTA LLEGARA.”
La biblia en primera de Pedro 3:18 dice, “Cristo padeció la muerte en la carne, pero fue vivificado en Espíritu.” Cristo pago por los pecados de cada uno de nosotros para que tuviéramos la libertad de elegir y vivir con alegría.
En Salmos 143:11 dice, “Por tu nombre, oh Jehová, me vivificaras; en tu justicia sacaras mi alma de la angustia.” Cuando nos acercamos a Dios su Espíritu nos vivifica y nos ayuda a encontrar soluciones a nuestros problemas personales para que encontremos descanso de los problemas del mundo y vivamos en paz con nosotros mismos y con otras personas.
En Salmos 119:25 dice, “Al polvo está pegada mi alma; vivifícame según tu palabra.” Si nos sentimos perdidos en confusión o tinieblas que amenazan destruirnos; bueno es recordar que la luz de la verdad brillara en nuestras almas a través de su palabra. Porque podremos sentir su presencia aun en medio de nuestras peores tribulaciones.
Y si por alguna razón exclamamos, “¿Qué difícil es vivir?” Cuando nos perdemos a nosotros mismos en un mar lleno de problemas, inseguridades, insatisfacciones o burlas de la gente que pretende acorralarnos en un mundo supuestamente perfecto donde con palabras discriminativas se nos empuja a creer que todas las imperfecciones las llevamos nosotros mismos en nuestra forma de pensar, vestir, apariencia física, forma de amar o creencia religiosa. Simplemente recordemos que somos almas vivientes con un valor incalculable ante los ojos de Dios y veámonos a nosotros mismos como lo mejor de su creación.
Porque cuando nos armamos de valor para dejar a un lado todo sentimiento negativo, cambiado nuestra manera de pensar y por voluntad propia olvidamos el pasado decidiendo no sufrir por el futuro; es cuando comenzamos a vivir nuestra vida de una forma diferente. También debemos aprender a amarnos a nosotros mismos con todos nuestros defectos y virtudes, para conocer nuestras fortalezas y debilidades. Otro aspecto importante es aprender a ejercer nuestro derecho de elección con SABIDURIA. Así, cometeremos menos errores y por ende dejaremos de sufrir consecuencias que nos puedan causar dolor y tristeza.
Para vivir con alegría, olvidando que morimos un poco cada día; debemos perdonarnos a nosotros mismos los errores cometidos. Ayudar a los pobres y necesitados en la medida que sea prudente y accesible para cada uno de nosotros. Esforzándonos por encontrar paz y satisfacción en todo lo que hacemos. Aprendiendo a creer en el amor, en los detalles cariñosos, en el respeto propio, en los valores morales, en la disciplina constante, en la amistad y en el servicio desinteresado a nuestro prójimo, lograremos cambiar nuestra alegría por felicidad y nuestra felicidad por gozo, sintiéndonos libres de AMAR y ser AMADOS.
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