
Como un cristal transparente, totalmente invisible al sentido de la vista es la pared que divide el mundo de los vivos con el mundo de los muertos. Una de las preguntas que más ha resonado a través de la historia es “¿A dónde vamos cuando morimos?” Y muchos son los cuestionamientos que han surgido alrededor de esa pregunta: ¿Existe la vida después de la muerte? ¿Volveremos a ver a nuestros seres queridos cuando hayamos muerto? ¿Existe el paraíso? ¿Existe el infierno?

A partir de entonces la actitud de mis hijas cambio totalmente, casi siempre estaban de mal humor, con rebeldía comenzaron a contestarme mal cada vez que trataba de corregirlas, rechazaban la comida y se quejaban por todo. El comportamiento de ellas hacia mi novia se volvió despectivo e irrespetuoso. Cuando se portaban mal corrían a esconderse a sus cuartos y si yo las seguía mi pequeña traviesa se interponía desafiante bloqueándome el paso, parándose en medio del pasillo. 
En mi sueño parecía que estaba flotando en medio de la oscuridad. Sin saber exactamente dónde estaba, comencé a moverme cruzando paredes hasta que llegue a una calle desconocida donde mi cuerpo se mesclaba con el viento que movía las hojas de los árboles, la sensación era fascinante porque estaba flotando sobre la superficie de un suelo cubierto de piedras y de repente ella sujeto mi mano, sus ojos negros eran grandes y redondos, su piel blanca con una boca pequeña que parecía cereza, su nariz respingada pero perfectamente acoplada a las formas de su rostro y su pelo una mescla de castaño y rubio.