ESE SOY YO…

Me han preguntado ¿Por qué no estoy publicando con la misma frecuencia?  ¿Por qué estoy tan ausente de las diversas actividades en las que me gusta participar?

Una amiga me dijo, “Hace tiempo que no lo veo.  ¿Está usted bien? Le pregunto porque lo veo triste, decaído y a sus ojos les falta la intensidad de la luz con la que solían brillar.  Recuerde que usted tiene un potencial muy fuerte para lograr lo que se propone, así que si necesita llorar…  Llore hasta que se sienta mejor.”

Otros amigos me han preguntado, ¿Necesitas dinero? ¿Necesitas ayuda en tu casa? ¿Cuándo se publicará tu próximo libro?  ¿Quieres que te invitemos a comer a un lugar bonito? ¿Tienes problemas? Y las preguntas siguen llegando a mi sin que les dé respuesta.

Desde que comencé a tener conciencia de mis actos y a almacenar memorias en mi cerebro, siendo tan solo un niño pequeño he tenido que aprender a defenderme o protegerme a mí mismo, viviendo entre los vivos y los muertos.  Sintiendo en ocasiones que me ahogo en la densa oscuridad de la noche cansado de llorar en soledad, poniendo una sonrisa en mis labios al momento de abrir la puerta de mi habitación a un nuevo día.

Probablemente entre los cinco y diez años, enfrente a la muerte como en seis ocasiones.  Y en cada una de ellas Dios me dio la oportunidad de seguir viviendo.  El recuerdo recurrente que tengo plasmado en mi alma es que en cada una de esas ocasiones al abrir mis ojos lo primero que vi fue el rostro amoroso de mi madre, que siempre permaneció inamovible junto a mí, hasta que el peligro ya había pasado.  En mi niñez mi madre fue una guerrera invencible ante las dificultades.  Dispuesta a sacrificar todo lo que tenía para salvar mi vida.

Ya en mi edad adulta a la edad de veinticinco años en contra de todo pronóstico medico mi cuerpo renació a una nueva oportunidad de vida.  En ese tiempo no solo fue el dolor físico, sino que también enfrente mucho dolor emocional y mental ya que los médicos diagnosticaron que se debía detener el proceso de gestación de mi primera hija que se encontraba creciendo en el vientre de su madre.  Pero la Fe de la madre de mi hija fue mayor que todo diagnóstico médico.  Mi hija es ahora una hermosa mujer, excelente esposa y maravillosa madre de mi primer nieto.

En ese tiempo mi madre fue una maravillosa fuente de fortaleza y sabiduría que me sostuvo anímicamente sano al procurar que mi mente no se perdiera en una batalla de conflictos emocionales.

En los últimos años realicé inversiones que no funcionaron y perdí mucho dinero.  Enfrente problemas de salud.  Dificultades en mi relación matrimonial.  Mi madre que siempre ha sido mi apoyo incondicional, enfermo gravemente y sin embargo a pesar de su situación, continúa siendo un ejemplo de fortaleza digno de imitar.

Viendo a mi madre sufrir, le pedí a Dios (Con quien desde hace muchos años establecí un convenio de UNIDAD, al establecer un yugo que me permite aligerar mis cargas y apoyarme en El incondicionalmente a través de CREER que si lo tengo a mi lado todo es posible.) Me permitiera ayudar a mi madre para mitigar su dolor y curar sus heridas.

Dios respondió favorablemente a mi petición, permitiendo que mi madre continue viviendo con un estado de salud favorable por casi dos años, durante los cuales todo mi esfuerzo ha sido dirigido hacia ella por lo cual yo he decaído un poco.

Mi madre lo ha notado y me hizo una petición especial hace como dos meses llamándome “MI NIÑO” como siempre me ha dicho cariñosamente, “Mi niño, es tiempo de dejarme ir.  No quiero que me sigas reteniendo en este mundo dándome una vida artificial que ya no quiero y que te hace mucho daño.  Ya estoy lista para regresar a vivir con mis padres que están en el cielo.  Deja de hacer lo que haces, para darle tiempo al tiempo poque los dos sabemos que nos podremos seguir viendo en sueños.”

Ha sido muy difícil para mí aceptar su decisión, pero sé que así tiene que suceder.  El tener que dejarla sola para que continue su camino por este mundo sin saber cuánto tiempo más le queda de vida, ha representado para mi mucho dolor.  Pero la aceptación del ciclo de la vida ha llegado a mí.  Así que, aunque sé que voy a sufrir el día que ella ya no este conmigo y sé que voy a llorar mucho su despedida, también sé que puedo superar esta situación que me coloco en una posición vulnerable a la depresión.  Alejándome de todo lo que me gusta realizar.  Por eso mi situación económica no es buena.   No he estado dando consejería ni realizando charlas motivacionales. 

Un domingo que estuve riendo un poco y llorando otro poco más, sentí la necesidad de recibir un abrazo caluroso, capaz de hacerme sentir que no estaba solo, con la intensidad de poder sentir amor fraternal que volviera a encender la intensidad de la luz con la que brillan mis ojos en tiempo de felicidad.  Pensé en algunas personas que podrían darme ese abrazo dentro de la congregación de la iglesia donde soy miembro. 

Cuando llegue a la iglesia me preguntaron si quería ayudar en un servicio especial que iban a realizar, por unos segundos pensé en negarme, pero cambie de opinión y acepte ayudar.  Mientras prestaba servicio pude sentir como un viento cálido me fue abrazando, como si fuera el mismo Dios al que yo sigo, a través del espíritu santo prodigándome ese abrazo fraternalmente amoroso que todo mi ser necesitaba.  Rápidamente recordé QUIEN SOY, entonces deje de sentir miedo a lo que pueda acontecer al sentir como mi corazón recibió ese calor que estaba buscando.

Cada día al llegar la noche todos mis sentidos se agudizan y comienzo a escuchar los sonidos ocultos en el silencio, así como a ver las sombras de la noche aparatándose de la oscuridad, pero ya no siento miedo como cuando era un niño. Porque ya no tengo miedo de ser quien soy.  A mí me gusta ayudar.  Me divierto mucho visitando los parques temáticos.  Me gusta cocinar para mi familia.  Salir de paseo.  Predicar el evangelio. Cuidar a los enfermos y necesitados.  Impartir charlas motivacionales.  Escuchar a las personas que se sienten solas ayudándoles a salir de la depresión.  Me gusta ser Feliz y regalar Felicidad porque ESE SOY YO…  Un hombre que se negó a crecer y que vive la vida con alma de niño.