Siendo niño aprendí a disfrutar de los colores de la naturaleza contemplando detenidamente las diferentes tonalidades que pueden apreciarse en la corteza de un árbol, en las hojas de un arbusto, en la cascara de una fruta, en la piel de un animal, en el reflejo de la luz sobre el agua, en el amanecer de un día caluroso, en el atardecer de un día frio, en la oscuridad de la noche donde la luna resplandece cubierta de plata, en las gotas de la lluvia y en los ojos de las personas que AMO.